jueves, 10 de septiembre de 2009

Nociones previas a una teoria del conocimiento


El problema del conocimiento en la Modernidad

Podemos comenzar a modo de justificación de la existencia de esta disciplina denominada teoría del conocimiento, con una serie de cuestiones previas: ¿Fue el conocimiento considerado siempre un “problema” desde el punto de vista filosófico?, ¿por qué representa precisamente un “problema”?

Tendríamos que situarnos en los comienzos de lo que suele entenderse por Modernidad (desde Descartes en adelante) para considerar el conocimiento como problema central de la reflexión filosófica.

Esto no quiere decir que la cuestión del conocimiento carezca de importancia en la Antigüedad y en la Edad Media. Es conocido la trascendencia que las filosofías de Platón y Aristóteles sobre el conocimiento han tenido en la historia de nuestra cultura. Pero el pensar Antiguo y Medieval es fundamentalmente un “pensar ontológico”, esto es, la pregunta fundamental es la de “¿qué es el ser?”, “¿qué es la realidad”?. Podríamos afirmar que en esta concepción, el conocimiento es considerado como actividad del ser que conoce (el ser humano). En Aristóteles encontramos la afirmación del conocer como proceso de información, de informarse, en el sentido de conocer formas. Es así como asimilamos lo real.

A partir de Descartes nos hallamos con un pensar que podemos llamar propiamente “pensar gnoseológico”, centrado en la pregunta “¿qué es el conocer?”. De lo que se trata ahora es de someter a examen la propia razón pensante atendiendo a sus contenidos, las ideas (el racionalismo cartesiano), el valor de la experiencia (empirismo), o lo aportado en la síntesis experiencia-sujeto (Kant). Es fundamentalmente Kant el que determina la consideración de la filosofía como “conocimiento de conocimiento”.

Hay otro elemento a tener en cuenta que es el desarrollo que experimentan las ciencias, sobre todo las científico-matemáticas (Newton, Galileo), en la medida que ejercen de modelo de saber e inspiran metodológicamente los diferentes impulsos filosóficos (racionalismo, empirismo y filosofía crítica). La ciencia se configura como “conocimiento de objetos”, mientras que la filosofía se centra en la cuestión del conocimiento mismo.

En este sentido, la cuestión del sujeto ocupa un primer centro de atención. La subjetividad, el sujeto cognoscente, constituye la vía de acceso al objeto, por tanto, su papel en la constitución del conocimiento es fundamental.

2. Perspectivas actuales del problema del conocimiento

Desde el punto de vista actual, la reflexión sobre el conocimiento se ha complejizado y enriquecido al mismo tiempo. Podemos citar algunas de esas reflexiones, que son abordadas con más detalle en otras materias (fenomenología, filosofía del lenguaje, Psicología, Sociología, etc.).


La fenomenología (de la cual hablaremos con cierto detalle) supone un mejoramiento en la descripción de los procesos del conocer. Una de sus aportaciones consiste en una nueva comprensión del papel del sujeto y la conciencia. La idea fenomenológica de la intencionalidad, introduce la concepción de una conciencia abierta, volcada hacia fuera, inseparable del objeto. Otro descubrimiento fundamental consiste en la consideración del carácter histórico y vital del sujeto, anclado en lo que denominan el mundo-de-la-vida (Lebenswelt).

La filosofía analítica del lenguaje pone el acento en la centralidad del lenguaje. Si la Antigüedad pone el acento en la realidad (ser), la Modernidad en la razón (conocer), en la filosofía contemporánea nos encontramos con lo que se conoce como “giro lingüístico” de la filosofía. El Wittgenstein del Tractatus afirmará que las proposiciones filosóficas carecen de sentido, aunque más tarde relativizará estas afirmaciones pero seguirá considerando que le papel de la filosofía es fundamentalmente análisis del lenguaje (el descubrimiento de la semántica y la pragmática, y papel de los juegos lingüísticos).

La sociología del conocimiento contribuye en el reconocimiento del condicionamiento social del conocimiento. Un autor tan relevante hoy en día como Habermas señala la existencia de un carácter trascendental de los condicionamientos sociales (la idea de “situación ideal de habla”).

Las contribuciones de la psicología cognitiva, analiza los procesos que van desde la percepciones a los conceptos.

Perspectivas actuales como la del deconstructivismo ponen en circulación la idea de la “disolución” o “muerte del sujeto”, cuestionando la disyunción sujeto-objeto sobre la que ha girado el planteamiento clásico del conocimiento. En su lugar, el conocimiento se hace depender de instancias como la “corporalidad”, el propio “lenguaje”, y la “sociedad”.

Por último, la mutación que la idea de la verdad ha sufrido en aras de la objetividad, más allá de paradigmas realistas ingenuos o esencialistas.

3. Sentido de una teoría general del conocimiento

La teoría del conocimiento constituye una reflexión fronteriza con otras tales como la lógica, filosofía del lenguaje, psicología, metafísica, sociología, antropología filosófica, epistemología…, pero tiene su propia razón de ser: su tarea fundamental consiste en la pregunta sobre el conocer en general, no sólo un tipo de conocer, científico por ejemplo. Leamos el texto de la página 15 y extraigamos conclusiones:

Hay tres supuestos básicos irrenunciables:

1. El conocimiento como hecho. En este sentido, es posible determinar la vinculación de un sujeto y un objeto.
2. La dimensión racional del ser humano, aun cuando éste no sea reductible a simple razón. Es innegable que cuando razonamos o conocemos, es todo el ser humano el que conoce, sin embargo, aquí trataremos de centrarnos en su actividad racional. Las preguntas claves pueden ser : ¿Qué sabemos de la realidad? ¿cómo sé que sé algo de la realidad? ¿cómo voy a decir algo de la realidad, si no sé si sé algo?
3. Es innegable referirnos a la existencia de un “yo” que conoce

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